LA PIEL CONVERTIDA

Otra vez el naranja

se impregna

sobre el negro.

Que ardor

que cese tu movimiento

en el remoto verde.

Que fatal el sonido

el ruido

tu silueta fantasmal.

El recuerdo en cada letra

en el andar

en el suspiro.

La piel convertida a sombra

a descuido

a opresión

a insomnio.

El azul no apaga.

El naranja sobre negro.

Que pena que mis ojos no sepan de vos

en Buenos Aires.

Que no resurjas del polvo,

que las preguntas como finales.

Que tu delicadeza

como cristal.

Las líneas, los colores

en tiniebla.

El naranja en negro

inalterable

infinito.